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Reflexiones sobre el accidente de José Antonio Reyes
El sábado por la mañana falleció el futbolista José Antonio Reyes. Un accidente de tráfico sufrido cuando volvía a casa del entrenamiento de su actual equipo, el Extremadura, acabó en el acto con su vida y con la de otro de los ocupantes del vehículo, que además se trataba de su primo. Un tercer ocupante, también primo del futbolista, logró salir con vida del percance, pero con quemaduras en el 65 % de su cuerpo, lo que le mantiene en un estado de suma gravedad.
Más allá de los pésames y homenajes al jugador por su gran trayectoria deportiva, lo realmente triste del accidente, y que debería haber sido el principal mensaje que difundieran los medios de comunicación, es que ha sido algo absurdo y perfectamente evitable. Es más, se trata de una noticia que nunca jamás debería haberse producido. Y efectivamente, en condiciones naturales, nunca debería haber sucedido en un joven de 35 años.
Ayer por la tarde conocimos por la policía las primeras hipótesis sobre causas que provocaron el accidente: un reventón en una rueda hizo que perdiera el control del vehículo cuando circulaba a 237 km/h. A esas velocidades, no resulta extraño que el coche se incendiara tras el golpe. Al parecer, se trataba de un vehículo que apenas utilizaba, y las ruedas quizá no circulaban con la presión correcta.
Alguno pensará que ahora sólo queda lamentarse por lo ocurrido. No ha de ser así. Lo que ahora queda es aprender de lo que ha pasado para que no se vuelva a repetir, se trate de un futbolista famoso o no. Se puede entrar en el debate de por qué un vehículo, por construcción, es capaz de alcanzar tal velocidad o si ésta ha de ser limitada, pero mucho más importante es incidir en la conciencia de los conductores acerca de los peligros para uno mismo, para tus acompañantes y para el resto de usuarios de la vía de conducir a tales velocidades. Y para ello, la única solución es la educación vial.
Concienciar sobre ésto es una tarea de todos: administraciones, autoescuelas, empresas, etc,… pero, sobre todo, de uno mismo.
D.E.P. Jose Antonio Reyes y su primo. Que nunca más se vuelva a repetir algo así.
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