Verde paso, rojo paro, ámbar… ¿acelero?

Los tres colores con que cuentan las luces de los semáforos que regulan la circulación no se eligieron por casualidad. Nacieron a partir de las señales ferroviarias del ingeniero J.P. Knight, que seleccionó el rojo por su fácil asociación con situaciones de peligro, como el código rojo del ejército, y el verde como símbolo evocador de esperanza. Su elección era un contraste perfecto entre parar y pasar, a la vez que sus tonalidades permitían que los trenes vieran las señales a largas distancias, incluso en situaciones meteorológicas adversas.

Este mismo esquema se trasladó posteriormente a la circulación de automóviles, instalando idénticos colores en los semáforos que regulan el tráfico en nuestras calles, extendiéndose posteriormente como un propio lenguaje luminoso en multitud de aparatos y máquinas completamente distintas de nuestro día a día. Por ejemplo, una luz roja en un router nos indica que la señal de internet no se transmite correctamente, mientras que si esa misma luz es verde nos está indicando que el aparato funciona bien. Si nos paramos un momento a pensa,r encontraremos otros muchos ejemplos cotidianos en que este sencillo código está presente a nuestro alrededor.

En cuanto al ámbar, su introducción fue posterior, y se eligió como forma de transición desde el verde al rojo. Su mensaje es claro: cambio inminente de estar permitido el paso a tener que detenerse, para lo cual se han de tomar las medidas preparatorias correspondientes. Por lo anterior se entiende que esas medidas han de estar orientadas a detenerse con las mayores condiciones de seguridad posibles, pero su interpretación por una gran parte de los conductores suele ser completamente contraria. Lo habitual entre ellos suele ser un “acelera para pasar antes de que se ponga en rojo”, lo cual es percibido como una maniobra poco arriesgada, pero no deja de ser una actitud que entraña una serie de potenciales peligros.

En primer lugar, se trata de una actitud reprobable, pues el reglamento es claro al respecto: “Una luz amarilla no intermitente significa que los vehículos deben detenerse en las mismas condiciones que si se tratara de una luz roja fija, a no ser que, cuando se encienda, el vehículo se encuentre tan cerca del lugar de detención que no pueda detenerse antes del semáforo en condiciones de seguridad suficientes”. Como vemos, esta regla introduce la excepción de continuar la marcha cuando resulte imposible detenerse a tiempo, o que para ello se deba frenar de tal forma que el vehículo que circule detrás nuestro pueda alcanzarnos y colisionar.

En el resto de casos, cruzar cuando el semáforo ya se ha puesto en ámbar y disponemos de tiempo suficiente para detenernos con seguridad, aparte de infringir el reglamento, supone un serio peligro para el resto de vehículos presentes en la intersección, pues en multitud de ocasiones el semáforo ya habrá cambiado a rojo cuando el conductor imprudente entre en el cruce, ocasionando un posible accidente con el resto de vehículos que circulan correctamente por la intersección.

Además, en las vías urbanas, los semáforos suelen estar dispuestos en serie, es decir, si el primer semáforo es saltado en ámbar se cuenta con todas las papeletas para que a escasos metros el siguiente semáforo esté ya en rojo, con el resultado de estar obligados a detenerse igualmente pero un poco más adelante, habiendo pasado para ello por una situación de riesgo innecesario.

Para tratar de acabar con esta actitud, las Administraciones están intensificando cada vez más la instalación de cámaras en los semáforos, con el objetivo de “cazar” a aquellos conductores que, por no detenerse cuando el semáforo está en ámbar, cruzan la intersección en rojo. Este tipo de medidas educativas, aparte de persuadirnos de comportarnos de forma incorrecta, también resultan la mejor de las escusas para recaudar fondos de los conductores. La buena noticia es que en nuestras manos está limitar los riesgos de una conducción imprudente con sólo cumplir lo que pone en el reglamento, y de forma automática también estaremos salvaguardando el dinero de nuestros bolsillos.