¿Tiene solución el problema de las rotondas?

 Desde que un tal Frank Blackmore, ingeniero de tráfico en Gran Bretaña, inventara las rotondas allá por 1975, el problema de saber cómo circular correctamente por ellas aún no ha sido completamente superado. Y la solución es sumamente fácil, y cualquiera que busque la puede encontrar detallada con claridad en cualquier manual de circulación o directamente en artículos de internet, pero cuenta con un gran enemigo en sus muchos infractores diarios, quienes sirven de ejemplo negativa para todos los que no tienen demasiado claro cómo se ha de circular por ellas.

Desde que estas plazas circulares se popularizaran por toda Europa, nuestros dirigentes creyeron ver en ellas la oportunidad de solucionar los problemas circulatorios. Como si fuera la panacea contra los percances habituales en cruces y semáforos, rápidamente se extendieron por todo el país. Sin embargo, el resultado no ha sido todo lo satisfactorio que se pensó en un primer momento, y los percances no han dejado completamente de suceder. Si en los primeros años de implantación podía resultar entendible que los conductores desconocieran sus reglas y dudaran a la hora de elegir el carril más idóneo para su destino, con los años tampoco se ha mejorado en demasía, unas veces por la persistencia del desconocimiento y otras por omisión voluntaria del conductor en beneficio de una mayor agilidad al volante y un menor esfuerzo en velar por la seguridad de los demás.

También es cierto que la construcción de mini-rotondas en pequeños cruces y plazas no ayuda demasiado a que el tráfico sea más seguro y ágil, generando en ocasiones más problemas que soluciones, pues hacen que el propio radio de la curva imposibilite el que dos vehículos circulen en paralelo por los dos carriles. En estos casos puede ser habitual ver a conductores circulando por el medio de los dos carriles, o cruzando rápidamente de uno a otro hasta su salida sin el suficiente tiempo de preaviso. Por descontado que en la mayoría de estos casos se omite el uso de intermitentes, generando mayor riesgo por la imposibilidad de prever con claridad las intenciones de cada conductor. Por este motivo, las rotondas no constituyen siempre la solución a los problemas circulatorios en los cruces de dirección. Han de de reunir las suficientes condiciones de amplitud y distribución para que permitan agilizar de forma ordenada y segura el flujo de vehículos.

 

La normativa es suficientemente clara sobre la manera de circular en ellas, pero es necesario que los conductores la interioricen y, sobretodo, que la cumplan. En estos dos links de la Revista de la DGT se puede encontrar mucha de la la normativa al respecto:
 
http://revista.dgt.es/es/reportajes/2014/10OCTUBRE/1009glorietas.shtml#.WDM1bi3hDIU

http://www.dgt.es/revista/num228/#p=28

 En ocasiones, algunos conductores utilizan el intermitente de dirección izquierdo para indicar su intención de seguir girando sin abandonar la rotonda, lo cual no es obligatorio (pues no se está cambiando de carril) pero en muchas ocasiones pudiera llegar a ser recomendable para que el resto de conductores pueda prever sus movimientos. Lo que si es obligatorio es indicar con los correspondientes intermitentes los cambios del carril interior al exterior, y viceversa, de la misma forma que se ha de señalar el momento en que se abandona la rotonda, siempre con la suficiente antelación para que el resto de conductores puedan actuar en consecuencia.

Para evitar los problemas provocados por los conductores que se cruzan directamente desde el carril interior al abandonar la rotonda, cortando para ello la trayectoria de los coches que circulan por el carril exterior, se está empezando a desarrollar un nuevo tipo de rotonda llamada “turborotonda”, que elimina uno de los dos carriles en ese crítico momento, con el resultado de eliminar el riesgo de que ningún conductor que circule por el carril interior pueda cruzarse por delante de los que circulen por el carril exterior.

Pero como con todo, sin la voluntad de los conductores por cumplir la normativa y reglas de circulación, todo nuevo avance podría quedar en nada más que unas inútiles líneas blancas pintadas sobre el asfalto.